viernes, 16 de agosto de 2019

Soledad & Vejez


Me ha parecido interesante continuar analizando el tema de la soledad relacionado con la vejez.

En los programas de los diferentes partidos, entiendo que no aparece analizado en profundidad y tampoco aparecen soluciones diferentes a las que se han propuesto hasta ahora.

La bibliografía disponible deja en evidencia la complejidad del tema y al mismo tiempo su magnitud, que la ha convertido en motivo de Políticas Públicas en algunos países europeos.

Para intentar hallar soluciones adecuadas es necesario estudiarlo en función de lo que han hecho otros países al respecto y me propongo compartir en este blog, mis hallazgos.

Por la extensión y cantidad de documentos la idea es realizar publicaciones sucesivas.

De acuerdo con De Jong Gierveld, Keating y Fast (2015), el sentimiento de soledad es una experiencia subjetiva y negativa, resultado de una evaluación cognitiva en la que existen discrepancias entre las relaciones sociales que desean las personas y las que poseen realmente.

Para Perlman y Peplau, la soledad es “una experiencia desagradable que ocurre cuando la red de relaciones sociales de una persona es deficiente en algún sentido importante, sea cuantitativa o cualitativamente”, Dicha definición, por otro lado, incorpora elementos de la propuesta por De Jong Gierveld (1987), al concebir la soledad como un sentimiento que llegan a sufrir las personas al percibir una falta de relaciones sociales, insatisfactoria o inadmisible, bien porque su número es inferior al que desean o bien porque no aportan la intimidad esperada.

El sentimiento de soledad obedece a una insatisfacción motivada por la falta de ciertas relaciones o la pérdida de calidad en los contactos con otras personas; es decir, tiene que ver con la manera en que los individuos perciben, experimentan y evalúan la falta de comunicación interpersonal

El hecho de vivir en solitario no conduce necesariamente al sentimiento de soledad, aunque en muchos casos supone un factor desencadenante

Weiss (1973), distingue en sus análisis dos dimensiones básicas del sentimiento de soledad, que pueden darse en paralelo: la soledad emocional, motivada por la ausencia de una figura íntima o confidente en la vida de las personas, como la pareja o una estrecha amistad; y la soledad social, causada por la falta de una red amplia y efectiva de familiares, amigos o vecinos, lo que conduce a una integración social deficiente

Las personas mayores son especialmente vulnerables: tienen más riesgo de sufrirlo porque están expuestas a eventos críticos que generan cambios sustanciales en sus relaciones sociales

La relación entre el sentimiento de soledad y el sexo de las personas mayores también ha sido objeto de numerosas investigaciones. Los resultados son contradictorios lo que significa que no hay una respuesta contundente dependiente de esta variable.

La literatura internacional sí muestra un claro consenso vinculando el sentimiento de soledad con el estado civil de las personas mayores. Una circunstancia clave es si tienen o no pareja, dado que suele constituir su principal fuente de apoyo: quienes no la poseen, sean varones o mujeres, son mucho más vulnerables al sentimiento de soledad que quienes sí tienen pareja (Lykes y Kemmelmeier 2014; Pinquart 2003

Se ha recalcado el efecto protector que tiene el matrimonio y en general las relaciones de pareja contra el sentimiento de soledad, así como la especial propensión que tienen a sufrirlo las personas viudas o divorciadas

Dykstra y de Jong Gierveld (2004) sostienen que los varones tienen más riesgo que las mujeres de experimentar tanto la soledad emocional como la social, estén o no casados.

Otro hecho bastante apuntado en la literatura internacional es la desigual prevalencia que tiene el sentimiento de soledad dependiendo de cuál sea la forma de convivencia de las personas mayores. 

Las que habitan en hogares unipersonales son quienes más lo sufren y las que conviven con la pareja, en una situación familiar de nido vacío, quienes menos.

El hecho de residir en hogares que no son unipersonales es uno de los principales factores que protegen a las personas mayores contra el sentimiento de soledad.

Los varones sufren el sentimiento de soledad con especial intensidad. La razón expuesta es que encuentran más dificultad para adaptarse, sobre todo si habitan en un hogar unipersonal. Se les ve menos capacitados para mantenerse independientes y más vulnerables a la soledad pues reciben menos apoyo emocional por cuestiones de género.

El apoyo emocional que precisarían al ser algo inmaterial, ni los allegados lo perciben ni ellos mismos lo demandan. Además, sus redes sociales poseen una acción limitada, así que están más expuestos al aislamiento.

El desarrollo de políticas públicas y programas de intervención social para mejorar la calidad de vida de las personas mayores necesita disponer de conocimiento científico relevante sobre los problemas más frecuentes a que se enfrentan: el sentimiento de soledad es uno los principales, afectando sobre todo a personas viudas, generalmente de edad avanzada, gran parte de las cuales viven solas.