viernes, 1 de enero de 2016

Alcanzar la vejez con felicidad


Artículo extraído del blog de Gerardo Velásquez, Psicólogo venezolano

Dadas las características de la vida actual, los avances médicos y tecnológicos, los seres humanos tenemos cada vez una mayor probabilidad de alcanzar más años de vida. Sin embargo, sabemos que no basta llegar, sino llegar lo más sano física, mental y espiritualmente dentro de las limitaciones propias de la vejez. Envejecer No es una elección, es una ley de la vida. Ahora, envejecer saludablemente si viene a ser una elección personal.

Si bien es cierto que el proceso mismo del envejecimiento va acompañado de una degeneración de muchas de las facultades físicas y mentales en la persona, eso no significa que la vejez sea sinónimo de enfermedad, en otras palabras envejecer no es enfermar y el deterioro de las facultades físicas tampoco implica un déficit en las capacidades cognoscitivas y psicológicas de las personas. De allí que de lo que se trata es que hagamos las cosas que tenemos que hacer para llegar a esa etapa final de nuestras vidas en las mejores condiciones posibles.

Los aspectos Psicológicos y Emocionales
Como iniciamos en esta reflexión, existen numerosas alternativas que van a ayudarnos en lo referente a la salud física, pero es la actitud ante la vida lo que desde mi parecer va a ser preponderante para tener una vejez sana en todos los aspectos. Y no se trata de lo que debemos hacer una vez que estemos en la llamada tercera edad, lo cual es obviamente muy importante, sino de lo que hemos de cultivar en el camino de la vida.
Es ese aspecto que le va a decir a la persona que vale la pena seguir viviendo, es tener, adicional a la salud física una adecuada salud mental y emocional.
Pudiéramos ver el proceso en tres grandes etapas, una primera donde se tiene poca conciencia de que algún día llegaremos a viejos, que abarca la juventud y la edad plena de desarrollo de realizaciones personales y familiares, que pudiera llegar hasta una edad cercana a los 50 años, luego una etapa donde comienzan a ocurrir cambios significativos en relación a diferentes facetas de la vida como son la separación de las actividades laborales, la separación de los hijos, la aparición de la menopausia o la andropausia y una tercera etapa donde van a prevalecer las deficiencias físicas en la vejez propiamente dicha.
Las actitudes que desarrollemos en cada una de esas etapas van a ser relevantes para llegar y vivir la vejez de manera positiva, con la mayor autonomía personal y funcional posible.

Pendientes del camino
La primera de las etapas citadas va a estar regida por las relaciones tanto familiares, como laborales y sociales. De estas relaciones, las familiares y las sociales es donde ha de hacerse más énfasis. Los familiares y los amigos van a estar cerca, siempre y cuando, seamos capaces de cultivar buenas relaciones, de dar amor, de estar “presentes”.
Por distintas razones, algunas personas han descuidado sus relaciones familiares y de amistades y sin darse cuenta se van aislando, muchas veces porque se dejan absorber por el trabajo, porque no saben cómo enfrentar sus procesos emocionales ante las diferencias naturales con los otros, por rebeldías, al extremo que en muchos casos hasta se separan y pierden contacto con sus propios familiares. En otros casos, muy frecuentemente se aferran al trabajo o a los hijos, sin darse cuenta que tarde o temprano va a llegar el momento que los hijos han de dejar el hogar y que forzosamente también han de separarse de sus compañeros de trabajo.
Las consecuencias de estos aspectos se van a ver y sentir en eso que he llamado la segunda etapa. Si hemos descuidado nuestros nexos familiares y/o sociales es probable que el impacto emocional y la manera en que vamos a enfrentar esas pérdidas que son propias de los procesos humanos, sea más traumático que para una persona que haya sabido llevar de una manera sana sus relaciones, que se haya preparado psicológicamente para el momento que los hijos tomen su camino, que tenga fortalecida su relación de pareja si la tiene, que haya diversificado sus actividades y cultivado nuevas relaciones.

Las pérdidas no son sólo de las facultades físicas
Por supuesto que tenemos claro que la vejez va acompañada de una merma en nuestras condiciones físicas, sin embargo, así como en la etapa previa a la vejez nos toca enfrentar la pérdida del trabajo y como hemos dicho la no menos traumática separación de los hijos, en la vejez hemos de enfrentar otras pérdidas, como son la muerte de familiares muy queridos, de amigos muy allegados o de la pareja, lo que representa uno de los duelos más difíciles de enfrentar. Estas situaciones van a ser abordadas de una mejor manera si la persona ha podido desarrollar un entorno que le sirva de apoyo y que le siga dando el sentido de pertenencia, sea éste su grupo familiar, los vecinos, la iglesia o un grupo de personas contemporáneas que se reúnen o conviven en algún centro especializado.

La llamada Edad Psicológica:
Algunas veces escuchamos que no importa estar viejo si nos sentimos jóvenes. Y es que efectivamente, la edad cronológica y la edad biológica no van agarradas de la mano con la edad psicológica, y no se trata de negar que hemos llegado a viejos, sino la manera psicológica como vamos a vivir esa última etapa de la vida. De allí que personas que apenas rondan los 60 años de dad se sientan, perciban y actúen como si fueran unos seres a quienes la vida ya se les fue, mientras que vemos a otros que superan los 80 años de edad y se mantienen haciendo deportes, participando en actividades sociales, sonriendo y agradeciendo a la vida. A esto se le ha denominado la Edad Psicológica, siendo determinante en la adaptación de la persona en su vejez. Esta va a ser producto de sus experiencias, estilo de vida, su flexibilidad ante el entorno con sentido holístico de mente, cuerpo y espíritu.
Una vez alcanzada la vejez hay que seguir intelectualmente activos, seguir con la intención y el entusiasmo de aprender cosas nuevas. Seguir encontrando una razón de vivir, que por supuesto va a ser distinta a las razones que visualizábamos y sentíamos en las etapas previas.

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