jueves, 1 de octubre de 2015

La sexualidad en el adulto mayor



En este blog procuro rescatar y publicar información que nos ayude a entender mejor la realidad de un grupo de la población que cada vez es más numeroso.

El tema de la sexualidad del adulto mayor es un tema descuidado e ignorado por razones culturales que hacen que esta etapa de la vida, cada vez más prolongada, se viva desconociendo su significado y su importancia.

Su tratamiento no es cosa fácil, porque debemos transitar entre tabúes, creencias religiosas y mitos que recién ahora se están modificando y debemos hacerlo con respeto por la sensibilidad de cada uno de nuestros lectores.

Sintetizaré alguna publicación de profesionales que saben del tema y las publicaré en más de una entrada.

Espero que sea de interés y estimule sus comentarios.. 

La primera entrega se vincula con una publicación de Julieta Jiménez Bustamante
Médica general, Psiquiatra, Educadora Sexual

Introducción
La sexualidad se manifiesta a través del complejo ínterjuego entre las necesidades de intimidad, afecto, vinculación, autoerotismo, autoimagen, y el contexto del individuo en  relación al género, comunidad y etnicidad
La combinación de la capacidad para disfrutar una relación sexual satisfactoria y la capacidad de expresar los deseos sexuales propios no disminuyen con la edad
La valoración de la sexualidad en el anciano de ambos sexos incluye un enfoque múltiple, pues más que una afectación intrínseca, lo que existe es una acumulación de factores (enfermedades cardiovasculares, daño en los vasos sanguíneos del área genital, cáncer o enfermedades debilitantes, problemas psiquiátricos, ingestión de medicamentos y de alcohol, así como influencias y hábitos previos), que influyen de forma negativa sobre la actividad sexual y no exactamente la edad.
La actividad sexual en esta etapa depende también de características físicas, psicológicas y biográficas del individuo, de la existencia de una pareja, así como del contexto sociocultural en que está inmerso

Historia
Las primeras consideraciones sobre la sexualidad datan desde hace casi cinco mil años. Tan solo se dispone de datos muy limitados sobre la descripción de las conductas y  actitudes sexuales en diversos pueblos con anterioridad al año 1000 A de C.
En el año 2500 a.C., los chinos consideraban que la relación sexual era obligatoria hasta los setenta años, tanto para mujeres como para hombres, ya que pensaban que el sexo es favorable para la salud, como medio para alcanzar una vida larga y feliz.
La gran mayoría de las prescripciones sexuales atribuidas al cristianismo pertenecen al pensamiento y a los escritos teológicos cristianos posteriores a Cristo. En la Edad Media se sataniza al sexo: se creía que el placer sexual era pecado, obra del demonio. La relación sexual en el pensamiento medieval tiene como único objeto la procreación (herencia del pensamiento hebreo) y, en consecuencia, está limitada a los matrimonios.
Al relacionar la sexualidad con la reproducción, se negó de esta manera el disfrute de la sexualidad al anciano.
Hasta hace pocos años se creía que la menopausia marcaba el final del goce sexual femenino, debido a que se justificaba la sexualidad como necesaria para acceder a la maternidad.
Es hasta el siglo XX que se empieza a investigar la sexualidad desde un punto de vista más científico. Algunos autores comenzaron a ofrecer una visión más positiva de la sexualidad como por ejemplo: Sigmund Freud (1856-1939). Este autor reconoce la importancia de la sexualidad en la salud y en la enfermedad.


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